¿Les gustaría saber los trucos para hacerlo? En este post les cuento porqué es difícil y cómo actuar para hacer frente a tu principal saboteadora: tu mente.

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Todo empezó con una frase que leí en el Libro “El Club de las 5 de la mañana”. Se me quedó tan grabada, que quiero compartirla con ustedes. Esa frase me resuena siempre y es el empujón que necesito cada día para hacer las cosas por lo menos en 1% mejor que ayer.

“Si cada día mejoras simplemente en 1% cualquiera de tus hábitos, en 30 días habrás mejorado en un 30% y en un año, 365%”

No les parece increíble?!!
Y es que los grandes cambios no se dan de un día para el otro. “Hasta los cambios más insignificantes, si los haces de manera constante, generan mejorías alucinantes y cambios excepcionales.”

Implementar hábitos no es nada fácil, y les quiero contar porqué. Nuestro cerebro funciona en un 90% por repetición, es decir, repitiendo hábitos que has ido adquiriendo con el tiempo. El 90% de nuestro día vivimos en el inconsciente!! (Es como vivir en automático) La primera vez que haces algo nuevo te cuesta bastante, a la segunda es un poco más fácil y tal vez, ¡A la 5ta ya se vuelve un acto automático!

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Adquirir un nuevo hábito es complejo y requiere de mucha fuerza de voluntad porque el cerebro “primitivo” se opone a los cambios. Prefiere vivir siempre haciendo lo mismo porque es lo “conocido, lo seguro y lo estable” Pero qué aburrida sería nuestra vida si todos nuestros días fueran iguales ¿no?

A todos los seres humanos nos cuesta implementar un hábito ¡Pero aquí te traigo la solución!! O bueno, mejor dicho, la motivación para adquirir nuevos hábitos, mejorar algunos que ya tienes instaurados y hasta desaprender otros.

No es fácil, como ya les dije anteriormente. El truco está en la perseverancia. Un pasito cada día, un 1% de mejoría cada día. La idea no está en mejorar el 200% de un día al otro, eso solo te hará sentir mal porque no lograste ese cambio que esperabas, te bajonearás y te rendirás en muy poco tiempo. Recuerda, que el truco está en ser perseverantes, a pesar del frío, de la oscuridad, de lo que hagan o digan los demás, de cualquier tentación (uyy sí las tentaciones SIEMPRE van a aparecer) pero aparecen para ponerte a prueba y ver que tan dispuesto estás a luchar por ese hábito.

Lo primero que tienes que hacer antes de empezar a trabajar en un nuevo hábito, es sentarte a escribir porqué quieres implementarlo en tu vida. ¿Qué de bueno te va a aportar? ¿De qué manera te va a sumar? ¿Más productividad? ¿Mejor estado físico, mental, emocional? ¿Mejor calidad de vida? ¿Libertad económica? ¿Mejores relaciones? Sea cual sea la razón que está detrás, te invito a que la escribas en un post–it o en un papelito y lo pegues en la pared frente a tu escritorio, en tu mesa de noche, en la refri, etc. Ese papelito va a ser tu recordatorio!


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Sé que también debes estar pensando, “Quiero implementar nuevos hábitos, pero no tengo tanta fuerza de voluntad como otros”. Y esta es la parte más importante de este post. Quiero que te grabes esto muy bien: “Nadie, pero absolutamente nadie, nace con más fuerza de voluntad que otros”. Es algo que se trabaja día tras día con constancia y perseverancia. Tal vez, con el tiempo se le hace más fácil a ciertas personas trabajar en un nuevo hábito, pero es porque lo han hecho durante mucho tiempo. Y sí! Con el tiempo se hace cada vez más fácil. Es como si el cerebro se quitara esa armadura que nos frena ante cualquier cambio y se abriera a ellos, aceptándolos.

¿Y entonces Jime? Si mi mente es la que me frena de instalar un nuevo hábito, ¿cómo voy a hacer para lograrlo?

Mira, antes que nada quiero que sepas que la mente, específicamente el cerebro “primitivo”, es la parte encargada de protegernos del peligro. En la época de las cavernas era muy útil, porque teníamos que evitar toda clase de peligros para sobrevivir, peligros externos ¡como un león por ejemplo! Pero hoy en día, los peligros que tenemos ¡¡no son externos! No va a venir un león por la calle para comerte.

Hoy en día los miedos son internos, nos los creamos nosotros mismos cuando pensamos mucho y le damos vueltas a las cosas y sobretodo cuando nos imaginamos la peor situación.

Todas las personas tenemos patrones mentales que los aprendimos porque nos estaban protegiendo de algún peligro en un momento específico; pero, hoy por hoy, no nos sirven. Peor aún, ¡Nos alejan de nuestros sueños!

Entonces, lo que tienes que hacer es:

  1. Practicar la consciencia plena: el famoso Mindfulness
    Mindfulness es ser consciente de cada cosa que haces en el día y sobre todo, ser consciente de cada tipo de pensamiento que estás teniendo. Este es el primer paso, porque si no puedes identificar el problema, no podrás pensar en una solución. Escribe tus pensamientos en un cuaderno, anota si son positivos, motivadores, llenos de energía. O negativos, aterradores, bajoneadores y pesimistas. Probablemente sean los segundos. Y si es así, el primer paso es identificarlos para poder darnos cuenta cada vez que aparezcan.
  2. Dale la contra a tu mente negativa:
    Cuando aparezca un pensamiento negativo, agarra un lápiz y papel y anota 3 sustentos que lo contradigan. Que te motiven, que sean positivos y alentadores.
  3. Prioriza tu hábito como primera cosa que hagas en la mañana:
    Digamos que, durante el día, el cerebro tiene un límite de decisiones que puede tomar. Y esto es difícil porque nuestro día a día se resume en tomar decisiones. Pero lo que quiero que entiendas es que a medida que va transcurriendo el día el cerebro tiene menos energía para tomar decisiones y si tienes que hacer algo que requiera mucha fuerza de voluntad, va a ser 3 veces más difícil que si tuvieras que tomar esa decisión en la mañana. Por eso, te recomiendo que si quieres trabajar en un hábito, lo hagas en la mañana antes de empezar con tu día.
  4. No la pienses!
    Si tu meta es hacer ejercicio, ni bien suene tu despertador párate de la cama y no le des el tiempo a tu mente de crear excusas, mientras más tiempo le des, mayor será la cantidad y el nivel de excusas. Y más difícil será no creerlas.
  5. Sé constante y perseverante
    Los cambios asombrosos no se dan de la noche a la mañana. Recuerda 1% de mejora cada día.
  6. Siempre se puede volver a empezar:
    Si un día fallaste, ¡no te preocupes! No te sabotees, ni te critiques. Lo que tienes que hacer es mirar tu papelito de la motivación y empezar otra vez! No te rindas, que cada día estás más cerca de lograrlo.